Desde niña supe que mi forma de percibir el mundo era diferente. podía ver y sentir lo que los demás no veían. para mí no existía una frontera clara entre los espíritus encarnados y los desencarnados; todos eran parte de una misma realidad.

Cuando compartía estas experiencias con mi familia, me pedían que guardara silencio, temerosos de que fuera juzgada o incomprendida. así, durante gran parte de mi infancia y adolescencia aprendí a callar aquello que veía y los mensajes que los espíritus me confiaban.

Más tarde, comencé a comprender mi don, aunque al principio lo vivía con culpa, como si estuviera haciendo algo indebido. no fue sino hasta mi edad adulta, durante una sesión de hipnosis, que entendí de dónde provenían mis miedos y bloqueos: de vidas pasadas en las que también había sido médium, y donde fui juzgada e incluso ejecutada por ello.

Esa revelación transformó mi vida. comprendí que mi sensibilidad no era una carga, sino una misión. hoy sé que soy una mensajera del mundo espiritual, y que mi propósito es transmitir mensajes sanadores de aquellos espíritus que ya desencarnaron, llevando consuelo, amor y entendimiento a quienes los reciben.

Quien me guía en este camino es mi espíritu guía, un ser que me acompaña desde otras encarnaciones, ayudándome a evolucionar y a recordar mi propósito: servir como canal de luz entre el cielo y la tierra.